Desde el Instituto Internacional de la Melatonina queremos unirnos a la celebración mañana, día 15 de marzo, del día mundial del sueño, promovido por la Asociación Mundial de Medicina del Sueño, bajo el lema “Healthy Sleep, Healthy Aging”, es decir “Sueño Saludable, Envejecimiento Saludable”.
Estos dos aspectos, sueño y calidad de vida, son inseparables. El sueño, con una duración promedio de 7-9 horas, no solo es necesario para descansar, si no que aporta múltiples beneficios al organismo. Ya sabemos que durante el sueño se pone en marcha mecanismos que favorecen la desintoxicación de nuestro cerebro, al facilitar la eliminar todos los productos derivados del metabolismo neuronal durante el día. Asimismo, se van conociendo los mecanismos que refuerzan y consolidan la memoria, mejorando nuestras capacidades cognitivas.
Debido a que el sueño forma parte de un ritmo circadiano, el sueño/vigilia, está bajo el control del reloj biológico central, y se asocia a muchos otros ritmos como el de temperatura corporal, ritmos hormonales y metabólicos, ritmos de neurotransmisores cerebrales, de división celular, etc. Así que el sueño es un proceso del organismo que colabora en la sincronización y mantenimiento de todo el sistema circadiano para que funcionemos de manera coordinada. De esta forma, podemos observar cómo se distribuyen a lo largo de las 24 horas las distintas funciones endocrinas, metabólicas, etc., tal como se representa en la figura:

Esta exquisita relación entre las funciones endocrino-metabólicas a lo largo del día se alteran profundamente si no dormimos adecuadamente, retrasamos nuestra hora de acostarnos o si sufrimos algún trastorno de sueño que nos impida descansar el tiempo necesario.
Pero, además, otros sistemas del organismo, como el sistema inmunitario, la defensa antioxidante, y la división celular, también tienen un ritmo de 24 horas, todos ellos sincronizados alrededor del sueño/vigilia.
El responsable de la sincronización de todos estos ritmos es la melatonina, que se produce cada noche hacia las 3 am y llega a todas las células del organismo para actuar como una señal para mantener el orden de los ritmos. Y el responsable último de todo ello es el reloj biológico central, un conjunto de neuronas localizadas en los núcleos supraquiasmáticos en el hipotálamo (es una estructura del cerebro filogenéticamente muy antigua), que expresen de manera rítmica los llamados genes reloj y las proteínas reloj correspondientes. Estos genes y proteínas oscilan a lo largo de un período de 24 horas ya que su expresión está controlada por el ciclo luz/oscuridad; es decir, sienten la luz a través de señales que le llegan desde la retina. De esa forma el reloj biológico sabe cuándo es de día y de noche, poniendo en marcha los mecanismos que facilitan la organización de todos los ritmos circadianos antes comentados, e induciendo la producción de melatonina por la noche para sincronizar dichos ritmos.
¿Qué ocurre si dormimos poco o mal? Si el reloj biológico tiene que recibir poca luz al atardecer o ninguna por la noche, el hecho de trasnochar o acostarnos tarde ya está enviando señales a dicho reloj equivocadas, y el reloj se desajusta, altera la producción de melatonina, lo que lleva a un estado de desincronización interna, es decir, los diferentes ritmos circadianos se alteran y desajustan unos de otros.
Este proceso de desincronización altera el rimo de neurotransmisores cerebrales, lo que afecta a las funciones cognitivas; el rimo de hormonas, alterando las funciones metabólicas; el ritmo de división celular, alterando los mecanismos de reparación y regeneración, etc.
La alteración del sueño es, por tanto, en un porcentaje muy elevado de los casos, un trastorno del reloj biológico, y como tal debemos enfrentarnos a él. No sirve tratar el problema de sueño con hipnóticos como primera medida ya que, además de los efectos secundarios que producen, vamos a solapar el verdadero problema, y no estamos tratando el trastorno del resto de los ritmos circadianos. Además, la mayoría de esos medicamentos frenan la producción endógena de melatonina, alterando más los trastornos circadianos. Ya desde hace años existe un consenso internacional para usar la melatonina como primera línea de tratamiento farmacológico en los trastornos del sueño.
Si mantenemos un sueño de baja calidad a lo largo de nuestra vida, estamos favoreciendo el mantenimiento de todas esas alteraciones que hemos comentando, lo que a medio/largo plazo trae consecuencias severas. Desde alteraciones cognitivas, con estrés, ansiedad, depresión; síndrome metabólico, diabetes tipo II y su conexión con la enfermedad de Alzheimer, y otros procesos neurodegenerativos como Parkinson; trastornos cardiovasculares, aumentando un 40% el riesgo de angina de pecho, hipertensión e infarto de miocardio, e incremento del riesgo de cáncer.
Todo ello es lo suficientemente grave como para tomar medidas lo antes posible, desde niños, estableciendo unas buenas conductas que lleven a medidas de higiene de sueño, unos hábitos alimenticios saludables y horarios de comidas adecuados, nunca comiendo después de las 3 de la tarde y cenar al menos 3 horas antes de acostarse, y hacer ejercicio antes de la tarde-noche. Y, cuando haya un problema de sueño, acudir al médico para que lo evalúe y ponga en tratamiento óptimo.
Por último, todos los aspectos aquí tratados y ampliados los puede encontrar en el libro “Sueño y Vigilia. El Cerebro en Marcha”, escrito por el Prof. Darío Acuña Castroviejo, y que puede encontrar en el enlace:
https://colecciones.elpais.com/literatura/62-neurociencia-psicologia.html#/45-entrega-21

Hay que tener siempre presente que un sueño saludable es sinónimo de un envejecimiento saludable.