Los campos electromagnéticos
Los seres vivos somos estructuras bioeléctricas. Toda célula viva se comporta como un dipolo debido a la diferencia de potencial a través de la membrana celular, entre -10 y -100 mV. Por otro lado, la Tierra se encuentra rodeada de un campo magnético estático de un valor promedio de 500 mG y con manifestaciones naturales esporádicas de tormentas magnéticas de origen solar. Por tanto, los seres vivos han estado sometidos durante millones de años a influencias magnéticas naturales, que probablemente tuvieron y tienen influencia sobre diversas funciones biológicas (Figura 1).
Figura 1: Los campos electromagnéticos han acompañado al ser humano a lo largo de toda la evolución.
Cuando los campos magnético y eléctrico varían en el tiempo constituyen el campo electromagnético. Con la aparición de la energía eléctrica y las telecomunicaciones se inicia la presencia en el ambiente laboral y doméstico de las radiaciones electromagnéticas (radiaciones no ionizantes) con frecuencias de ondas entre los 100 KHz a 300 GHz. La proliferación en el número de fuentes que emiten radiaciones electromagnéticas ha traído como consecuencia la preocupación por conocer la influencia que sobre la salud tiene este factor físico.
INTERACCIÓN BIOLÓGICA DE LOS CAMPOS ELECTROMAGNÉTICOS
La respuesta de un sistema biológico a un campo magnético externo depende tanto de las propiedades magnéticas intrínsecas del sistema como de las características del campo externo y de las propiedades del medio en el cual tiene lugar el fenómeno. Por otro lado, las radiaciones no ionizantes de frecuencia extremadamente baja como es el caso de los campos magnéticos de 50 Hz afectan a una gran cantidad de procesos bioquímicos, entre los que se encuentran: a) síntesis de ácidos nucleicos (ADN y ARN), responsables de nuestra dotación genética y de la herencia, y síntesis de proteínas; b) cambios en la producción de hormonas; c) modificación de la respuesta inmune, y d) modificación del grado de crecimiento y diferenciación celular, condicionando la aparición de cáncer.
Figura 2: La composición de los seres vivos y más concretamente de las células, las hacen especialmente sensibles a los efectos de los campos electromagnéticos que, dependiendo de la intensidad y duración de la exposición, pueden llegar a dañar significativamente al organismo.
Desde el punto de vista físico, se supone que la interacción principal entre el campo electromagnético y el organismo ocurre en la membrana celular, y más específicamente en los canales iónicos, siendo los del calcio los que participan más activamente en las alteraciones biológicas. Los efectos adversos de los campos electromagnéticos incluyen el aumento de la producción de radicales libres, tanto de oxígeno (ROS) como de nitrógeno (RNS), y la disminución de las defensas antioxidantes. Las personas expuestas a dichos campos muestran un aumento significativo de los niveles plasmáticos de peróxido de hidrógeno y de radicales superóxido, lo que concuerda con el aumento de superóxido dismutasa (SOD). Asimismo, la capacidad antioxidante total del plasma disminuye significativamente en el grupo de personas expuestas, mientras que aumenta de manera significativa la concentración sérica de malonildialdehido tras la exposición, indicando un aumento de la oxidación de los lípidos de la membrana celular. El daño a nivel subliminal está presente en patologías cardiacas, o en la inducción de cataratas debido al daño de las proteínas del cristalino. En relación a la inducción del cáncer, los campos electromagnéticos no son ionizantes y, por tanto, pueden afectar a los procesos de proliferación celular a través de la generación de radicales libres, los cuales pueden actuar a su vez sobre los procesos de transformación neoplásica de las células.
CAMPOS ELECTROMAGNÉTICOS Y MELATONINA
La melatonina es una parte vital del sistema antioxidante endógeno del organismo humano. Los efectos principales de la melatonina podrían clasificarse en: a) antioxidante, por depurar ROS/RNS y aumentar la expresión de los genes que codifican para los enzimas antioxidantes; b) antiinflamatorio, por reprimir la expresión de los genes que codifican para la óxido nítrico sintasa inducible (iNOS) y la óxido nítrico sintasa mitocondrial inducible (i-mtNOS), y reducir la producción de óxido nítrico (NO●), y c) estimulante de las defensas inmunológicas al aumentar la síntesis de anticuerpos, entre otras funciones. Además, la melatonina posee importantes efectos oncostáticos, reduciendo la proliferación celular en el cáncer, y efectos neuroprotectores.
Estudios recientes han demostrado la capacidad que tiene la radiación electromagnética de disminuir los niveles circulantes de melatonina, tanto en animales como en el ser humano, incluso afectando posiblemente a recién nacidos. Los cables de alta tensión tienen una influencia decisiva en la disminución de la melatonina, que tiene como consecuencia inmediata la alteración de su ritmo circadiano, relacionado con depresión y fatiga, síntomas bien conocidos que se manifiestan en las personas expuestas a campos electromagnéticos.
Además, el descenso de melatonina provoca un aumento de los procesos oxidantes e inflamatorios en el organismo. Debido a las acciones oncostáticas y estimulantes del sistema inmune que posee la melatonina, el descenso de esta hormona hace que el organismo pierda estas capacidades de defensa. Por otra parte, hay que tener en cuenta que la melatonina regula también la función de ciertos órganos endocrinos como las gónadas, la hipófisis, el timo y el hipotálamo. Dada la importancia de la melatonina en la regulación de las funciones endocrinas, podemos deducir que la reducción de los niveles de esta hormona podría ser una de las claves para comprender el aumento del riesgo de contraer cáncer en las personas sometidas a campos electromagnéticos de baja frecuencia.
Habida cuenta de los factores de riesgo, la relación entre exposición a campos electromagnéticos, inhibición de la producción de melatonina y distintas patologías, sobre todo cáncer de mama y leucemia infantil, es recomendable que, mientras que no haya más estudios que digan lo contrario, una adecuada protección frente a las radiaciones electromagnéticas. No obstante, hay que establecer unos consensos científicos mínimos para poder evaluar correctamente el grado de influencia de los CEM en nuestra salud.
BIBLIOGRAFÍA
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